lunes, 18 de marzo de 2013


PERDER EL CONTROL EN EL AULA
Hoy en día hay diferentes casos en los que un docente agrede a un alumno, generalmente por perdida de paciencia, exceso de problemas, no compaginar bien sus problemas con su trabajo, creencia de suficiente autoridad...
En la película “Hoy empieza todo”, vemos como una maestra pega a uno de sus alumnos tras perder la paciencia, a lo que el director del centro habla con la misma explicándole que así no se adelanta nada, que es mejor contar las cosas, hablarlo.
Todo maestro posee autoridad dentro del aula, pero no puede dejar de lado el respeto, que es una de las primicias en todas las escuelas. Creo que la figura del profesor debe mandar en el aula, añadiendo un aspecto de cercanía hacia sus alumnos, fomentando el respeto a los demás, tanto alumno-profesor, como profesor-alumno, de esta manera la estancia en los centros podría ser más eficaz y ambos disfrutarían de cada sesión.
En cuanto a la repuesta que da el director es adecuada, ya que es el medio de comunicación por excelencia, medio por el cual deberían resolverse todos los problemas, pues como dice el refrán: hablando se entiende la gente. De lo contrario, perdiendo los papeles y recurriendo a cualquier tipo de agresión, podría desencadenar en una serie de conflictos dentro del centro, pudiendo llegar a casos extremos por parte de cualquier miembro vinculado a la escuela, tanto los niños, profesores, como los padres o tutores de los alumnos.
Por último, decir que en edades tempranas, es claro que los alumnos adoptan muchos de los principios de los profesores, y toman a los mismos como ejemplo a seguir, por lo tanto, los primeros que deben dar ejemplo dentro de los centros han de ser los propios maestros.

Autor:             Gonzalo Martín Rodríguez

3 comentarios:

  1. El castigo debe ser utilizado de una manera racional para mejorar la conducta del niño y no debe depender de nuestro estado de ánimo. Hay que controlarse para poder controlar al niño. Evita aplicar un castigo con gritos o con riñas, porque esto indica que nuestro comportamiento es negativo y vengativo, lo que reforzará una conducta no aceptable. Si enseñamos a los niños que, para resolver una situación conflictiva es necesario gritar, no resolveremos problema alguno.

    El tipo de castigo y el modo en que se castiga al niño no debe ser desproporcionado respecto a la acción cometida o la edad para evitar provocar fuertes respuestas emocionales en el niño castigado. Conciliar el castigo con un reforzamiento de las buenas conductas, permitirá que el niño "piense" en su comportamiento para un futuro y en lo que ha hecho mal para estar castigado.

    Cuando el niño es mayor, hay que ayudarle a desarrollar sus habilidades de autocontrol, utilizando el castigo dentro de un contexto de modificación de la conducta.

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  3. Considero que este artículo refleja lo que se ve en muchas ocasiones en las aulas. Un profesor con problemas ajenos o no a la escuela (personales, etc) lo paga con sus alumnos hablándoles de forma despectiva o no haciéndoles caso.

    Como futuros maestros creo que deberíamos tener claro la siguiente reflexión:

    "Si pides a tus alumnos respeto, DEBEMOS ofrecerlo para dar ejemplo"

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