LA VIDA PROFESIONAL Y
PRIVADA DEL MAESTRO
Estamos cansados de escuchar
en la mayoría de las asignaturas, que únicamente no educamos niños sino que
también formamos personas. Pero a la larga lo único que hacemos una y otra vez,
es asimilar conceptos de didáctica o contenido científico. Dejamos a un lado el
trato personal con las familias y el
resto de compañeros de trabajo. El niño no es un ente aislado que acude a
nuestras clases y luego desaparece. Hay adultos detrás que la mayoría de las
veces, lo cuidan, lo quieren y están interesados en su progreso tanto como
nosotros. Pero algunas otras veces….
A lo largo de la película
podemos encontrar dos versiones distintas de la implicación personal y laboral.
Por una parte tenemos al protagonista, el director Lefebvre, que necesita
implicarse personalmente con todos los niños que acuden a su escuela. No
simplemente por educarlos en conocimientos para su vida adulta, sino también
para potenciar su identidad y su formación como personas. Llegando al extremo
de ayudar personalmente a cada familia de manera individual, ya sea con halagos
o con dinero. Mientras que en otro
extremo, colocamos a la puericultora que
observa su entorno laboral simplemente como un trabajo lleno de nombres,
números e informes sin nada más detrás. Es muy llamativo el corte de escenas
tan brusco, después de conocer la muerte accidental de la madre y los dos
niños, se encoge de hombros, lo anota y aparece bailando en una discoteca
continuando con su vida normal.
Algunos diréis que debido a
los casos con los que debe trabajar, necesita de algo que consiga evadirla para
no caer en la implicación emocional y tendréis razón. Pero Lefebvre tampoco se
libra de lo negativo ya que además de tratar con niños, debemos muchas veces
ocuparnos con los adultos que tienen detrás. El caso de la familia pobre, es
muy positivo, consienten las ayudas e incluso colaboran con el centro aportando
algo nuevo: la excursión al camión. Pero también hay padres que no se lo toman
nada bien que los maestros se metan en su vida, caso de la familia que casi
agrede al director.
Ser maestro implica no tener
horarios fijos. No por quedarse hasta tarde preparando clases o corrigiendo
exámenes. Sino por la implicación emocional que conlleva, el observar como
gracias a ti, pequeñas personitas irán creciendo. No estamos formando simples
cerebros, estamos formando personas. Y cuanto más te impliques en ello, más te
lo agradecerán.
A destacar esta noticia
sobre el terremoto de Haití de hace ya varios años, en la que se agradecen el labor personal y
emocional de los maestros, apoyando a los niños e indirectamente a las familias
en uno de los momentos más duros de sus vidas.
Podéis leer la noticia
entera en este enlace: http://www.unicef.org/spanish/infobycountry/haiti_57339.html
Autor: José María Alonso
Rivas.
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