martes, 19 de marzo de 2013


LA VIDA PROFESIONAL Y PRIVADA DEL MAESTRO


Estamos cansados de escuchar en la mayoría de las asignaturas, que únicamente no educamos niños sino que también formamos personas. Pero a la larga lo único que hacemos una y otra vez, es asimilar conceptos de didáctica o contenido científico. Dejamos a un lado el trato personal con las familias  y el resto de compañeros de trabajo. El niño no es un ente aislado que acude a nuestras clases y luego desaparece. Hay adultos detrás que la mayoría de las veces, lo cuidan, lo quieren y están interesados en su progreso tanto como nosotros. Pero algunas otras veces….

A lo largo de la película podemos encontrar dos versiones distintas de la implicación personal y laboral. Por una parte tenemos al protagonista, el director Lefebvre, que necesita implicarse personalmente con todos los niños que acuden a su escuela. No simplemente por educarlos en conocimientos para su vida adulta, sino también para potenciar su identidad y su formación como personas. Llegando al extremo de ayudar personalmente a cada familia de manera individual, ya sea con halagos o con dinero.  Mientras que en otro extremo, colocamos a la puericultora que  observa su entorno laboral simplemente como un trabajo lleno de nombres, números e informes sin nada más detrás. Es muy llamativo el corte de escenas tan brusco, después de conocer la muerte accidental de la madre y los dos niños, se encoge de hombros, lo anota y aparece bailando en una discoteca continuando con su vida normal.

Algunos diréis que debido a los casos con los que debe trabajar, necesita de algo que consiga evadirla para no caer en la implicación emocional y tendréis razón. Pero Lefebvre tampoco se libra de lo negativo ya que además de tratar con niños, debemos muchas veces ocuparnos con los adultos que tienen detrás. El caso de la familia pobre, es muy positivo, consienten las ayudas e incluso colaboran con el centro aportando algo nuevo: la excursión al camión. Pero también hay padres que no se lo toman nada bien que los maestros se metan en su vida, caso de la familia que casi agrede al director.


Ser maestro implica no tener horarios fijos. No por quedarse hasta tarde preparando clases o corrigiendo exámenes. Sino por la implicación emocional que conlleva, el observar como gracias a ti, pequeñas personitas irán creciendo. No estamos formando simples cerebros, estamos formando personas. Y cuanto más te impliques en ello, más te lo agradecerán.
A destacar esta noticia sobre el terremoto de Haití de hace ya varios años,  en la que se agradecen el labor personal y emocional de los maestros, apoyando a los niños e indirectamente a las familias en uno de los momentos más duros de sus vidas.
Podéis leer la noticia entera en este enlace: http://www.unicef.org/spanish/infobycountry/haiti_57339.html
Autor: José María Alonso Rivas.

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